La situación política y social que vive Bolivia ahogó al país y dejó sin oxígeno a sus hospitales y pacientes extra hospitalarios en plena pandemia de coronavirus. A pesar de que el reporte de casos diarios de contagios muestra una gran disminución, queda latente el temor a una segunda ola en medio de una crisis social aún no aplacada tras las elecciones generales.
El principio de un final
Fernando sospechaba que había adquirido el virus en el viaje que hizo por tierra desde su natal Tarija hasta la ciudad La Paz, sin embargo no le daba mucha importancia porque creía que solo las personas de la tercera edad eran las que corrían gran riesgo, tal cual se anunciaba en la televisión.
Después de haber estado seis meses fuera de La Paz, ciudad sede de Gobierno, llegaba con la ilusión de encontrar un nuevo trabajo que le permitiera al joven auditor, colaborar con los gastos a su madre y sus nueve hermanos.
Apenas llegó, se volvió a reencontrar con dos de sus amigos con quienes también compartía la vecindad de la casa donde vivían en alquiler.
Pasaron pocos días para comenzar a sentir los primeros síntomas del virus, presente no solo en él sino también en los vecinos amigos, dejando en el misterio la pregunta de quién contagió a quién, porque la ola de contagios en el mes de julio fue más fuerte en la sede de Gobierno que en tierra tarijeña.
Este trio de amigos comprobó en carne propia lo letal que puede ser el coronavirus de acuerdo al estado de salud de cada organismo. Pues el amigo “gordito” fue quien primero cayó doblegado por la nueva enfermedad.
La tristeza de la irreparable pérdida y el desalojo de la casa donde vivía, contribuyeron a que el estado de salud de Fernando decayera y el virus ganara terreno en su organismo.
“Si enfermaba un mes antes o en este tiempo no hubiese muerto”, dice su amiga Miriam, quien con los ojos cristalinos cuenta el calvario que padecieron en busca de oxígeno.
Tras la flexibilización de la cuarentena, el jefe nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud, Virginio Prieto, calculó en ese entonces que el pico más alto de casos de coronavirus en Bolivia se adelantaría hacia fines del mes de junio o a mediados de julio.
Además afirmó que Yapacaní, Chapare y El Alto, eran las regiones que se habrían “opuesto” y “luchado contra las medidas de prevención” y por ello fueron las que presentaron un alto número de contagios.
De acuerdo a personas cercanas a Fernando, quien se trasladó a la casa de su hermano en El Alto, él siguió el protocolo médico de tratamiento a pacientes leves con coronavirus (Covid-19) publicado por el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, sin embargo por el grado de avance de la enfermedad, el médico les recomendó lo internen en algún hospital.
Con un sistema de salud colapsado era casi “imposible” encontrar una cama disponible para atender al joven tarijeño, a tal grado, que ni el dinero te garantizaba un espacio en un nosocomio.
Fue el caso de Romualdo, hombre de la tercera edad quien era dueño de un hotel y varios negocios en la ciudad de El Alto, quien ni siquiera con todo el dinero guardado que tenía, encontró un cupo disponible para ser atendido en un hospital. Su dinero le permitió comprarse tres botellones grandes de oxígeno y así garantizarse oxígeno por si le faltara, sin embargo, no logró sobrevivir.
Julio y agosto fueron los meses en que la pandemia golpeó con más fuerza Bolivia. El 18 de julio se contabilizó la cifra más alta: 2,036 casos de personas contagiadas, según reportes de las autoridades de salud. Hasta el día 28 de octubre, según datos de la universidad John Hopkins, el país presentaba 141,124 contagiados, 109,769 recuperados y un total de 8,672 fallecidos.
Fernando no contaba con los recursos con los que contaban personas como Romualdo, pero a pesar de la carencia, su hermano Jerson hizo todo lo posible para ingresarlo a un hospital, sin embargo no tuvo éxito. Lo único que le quedaba era encontrar un botellón de oxígeno para tratarlo en casa.
Debido a la gran demanda de oxígeno en tratamientos extrahospitalarios por la saturación de los hospitales, muchas empresas intermediarias escondieron el producto para entregárselas al mejor postor.

Ni las determinaciones de precios publicadas por la Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnologías en Salud – AGEMED, del Ministerio de Salud, pudieron frenar el descontrol en los precios abriendo paso a un mercado negro de este insumo.
Algunos intermediarios incluso traspasaban el contenido de un envase a otro bajando su calidad. Por esa situación, enfermos y familiares peregrinaban en busca de recargas sometiéndose a altos riesgos.
Antes del inicio de la pandemia, un botellón de dos metros cúbicos llegaba a costar alrededor de 1.000 bolivianos, pero en ese entonces llegó a costar en 3.900 bolivianos; uno de seis metros cúbicos que se ofrecía en 1.500 bolivianos, se comercializó en 5.300; y el de ocho metros cúbicos llegó a costar hasta en mil dólares americanos.
El hermano de Fernando, al no poder encontrar un botellón de oxígeno ni siquiera en alquiler, gracias a Miriam pudo conseguir uno pequeño y prestado.
Desde ese día, tuvo que recorrer por distintos lugares de La Paz y El Alto de empresa en empresa e intermediario en intermediario hasta poder cargar su pequeño tanque, que le garantizaba a lo mucho tres horas de oxígeno a su hermano.
Uno de esos días en que hacía fila para recargar su tanque de oxígeno, conoció a Rosa, una mujer del área rural de unos 50 años quien tímidamente se acercaba a la larga fila para preguntar por el alquiler de un botellón de oxígeno.

El esposo de Rosa venía a la ciudad de La Paz a trabajar de albañil, trabajo que se vio obligado a abandonar desde que se contagió con COVID-19. Las infusiones de hierbas con las que se habían curado algunos amigos no le fueron efectivas y por eso decidió venir junto a su esposa al Chuquiago Marka (ciudad de La Paz en aimara) dejando a sus cuatro hijos en su pueblo.
Cuando por fin Rosa se animó a preguntar a las personas si en ese lugar alquilaban oxígeno, las personas conscientes de lo difícil que les fue encontrar el suyo le respondieron que no, que solo recargaban a los que traían su botellón. La mujer al conocer el precio con el que habían comprado los citadinos, ya no quiso preguntar más.
Tapándose la boca con el mandil decolorado que le servía de tapabocas, después de esperar un poco de tiempo se retiró del lugar consciente de no tener opciones para llevarle el oxígeno que le hacía falta a su esposo.
Jerson, en pocos días ya había conocido los lugares claves para recargar oxígeno. Las primeras veces pudo lograr conseguir el oxígeno medicinal pero luego se le presentó otro de los obstáculos de ese calvario, el mantenimiento del botellón que iba a durar unas 48 horas.
Aquel oscuro 30 de julio, el hermano de Ferando no pudo llegar con el oxígeno a tiempo, pese a los malabares que tuvo que pasar para poder alquilar un nuevo botellón, el preciado aire llegó unas horas tarde.

Los tres botellones extras de don Romualdo, talvez le hubiera salvado la vida a Fernando o al esposo de doña Rosa; quienes abatidos por la enfermedad, las condiciones económicas y las circunstancias se les privaron del derecho a respirar.
Hace siete meses Bolivia anunció los primeros dos casos de coronavirus en el país, donde la batalla ha sido larga y desigual, especialmente para los más pobres porque el dinero continúa siendo un marcador de la desigualdad tanto entre países como dentro del mismo territorio.
Víctimas de la mala información
La pandemia llegó a Bolivia en la peor crisis política de la última década, aseguran los analistas. Con ella vino cargada la información falsa, utilizada por un bando o por el otro, para desgastar la imagen del adversario, llegando incluso a asegurar que la COVID-19 es una enfermedad traída para alargar el tiempo de mandato del Gobierno de transición del país.
A continuación citamos algunos de los ejemplos de desinformación que se difundieron en Bolivia.
Las redes 5G de telefonía móvil propagan la COVID-19
Una de las primeras desinformaciones difundidas en el tiempo de cuarentena rígida por la pandemia se refería a que las redes 5G de telefonía móvil son las que propagaban la COVID-19.
Es así que en el mes de junio en una marcha en Yapacaní (Santa Cruz), algunas personas promovieron la destrucción de cuatro antenas de telefonía móvil con el argumento de que son de tecnología 5G y están enfermando a la población. Otro caso similar sucedió en el barrio K’ara K’ara, al sur de la ciudad de Cochabamba, el 8 de junio.
Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su página oficial, asegura que el coronavirus no se transmite a través de la señal 5G. “Los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil. La COVID-19 se está propagando en numerosos países en los que no existe una red 5G. La COVID-19 se transmite a través de gotículas minúsculas de secreciones respiratorias expulsadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También es posible infectarse si se toca una superficie contaminada y posteriormente se lleva uno la mano a los ojos, la boca o la nariz”, se lee en una de sus publicaciones.
El frío y la nieve pueden matar el nuevo coronavirus
Otra de las informaciones erróneas difundidas fue la que aseguraba que el frío puede matar a la COVID-19, rumor que dejó confiados a muchas personas que viven en climas fríos como es el caso del occidente boliviano.
“La temperatura normal del cuerpo humano se mantiene en torno a 36,5° y 37°, con independencia de la temperatura exterior o de las condiciones meteorológicas. Por lo tanto, no hay razón para creer que el frío pueda matar el nuevo coronavirus o acabar con otras enfermedades”, dice la página de la OMS.
El nuevo coronavirus afecta solo a las personas de la tercera edad
No faltó gente que bajó la guardia ante el anuncio de que las personas de la tercera edad son las que corren mayor riesgo de contagio.
Sobre el tema la OMS asegura que el nuevo coronavirus puede infectar a personas de todas las edades, si bien se ha observado que las personas mayores y las que padecen algunas enfermedades (como el asma, la diabetes o las cardiopatías) tienen más probabilidades de enfermarse gravemente cuando adquieren la infección.
Desabastecimiento de oxígeno por bloqueos es mentira de los medios
“La supuesta falta de oxígeno, por culpa de los bloqueos es una reverenda mentira que está montando el gobierno golpista con ayuda de medios de comunicación”, fue el mensaje que se difundió en las cuentas de Facebook de distintos usuarios.
Recordemos que fue el lunes 3 de agosto cuando se inició el paro indefinido con bloqueos en Bolivia en contra de la postergación de la fecha de los comicios electorales.
Si bien es verdad que la falta de oxígeno se dio mucho tiempo atrás, cabe aclarar que dicho desabastecimiento afectó mayormente a pacientes extra hospitalarios y no así a los recintos hospitalarios.
También se conoció que solo uno de 32 hospitales de La Paz tenía generador de oxígeno, el resto dependía de la planta más grande del país que está en Santa Cruz, transporte que se vio afectado por los bloqueos que incluso tuvo que ser custodiado por militares para llegar a varias ciudades bloqueadas.
Médicos y autoridades también atribuían el desabastecimiento, extremado por los bloqueos, a una infraestructura deficiente que históricamente no tuvo atención del Estado y que se vio agravada con la pandemia.

El problema del oxígeno fue usado para afectar la imagen del Gobierno de transición en Bolivia, donde a través de fotografías, se pretendía mostrar la situación de la población, mostrando imágenes fuera de contexto, es decir, que pertenecían a otro país.

Páginas en Facebook como por ejemplo Guerreros del Abya Yala difundieron una fotografía fuera de contexto, ya que la misma corresponde a Perú, imagen extraída de una nota del medio de comunicación CNN en Español.
Si Evo vuelve ya no habrá coronavirus
Muchos son los rumores sin fundamento que se escuchan en los mercados, minibuses y en la misma calle. “Si vuelve Evo Morales, ya no habrá el coronavirus”, “Dicen que los médicos cubanos ya tienen la vacuna contra el coronavirus y si les pedimos disculpas, ellos volverían al país y traerían la cura”, o lo dicho en marzo por la exdiputada Juana Quispe (MAS), quien aseguró que el coronavirus es un invento de la derecha y acusó a Estados Unidos de inventar el SIDA y el Ántrax.
Incluso el alcalde del municipio cochabambino de Entre Ríos, Aurelio Rojas, quien falleció el pasado mes de junio luego de haber permanecido internado en terapia intensiva por coronavirus; había dicho al inicio de la pandemia que la Covid-19 era un «invento de la derecha y el imperio».
El coronavirus ha sido declarado oficialmente por la OMS como una pandemia mundial, que a la fecha contagió a 141,124 bolivianos y cobró la vida de 8,672.
Incluso, en Europa ya se advirtió que se avecinan meses difíciles ante el resurgimiento de la pandemia covid-19 en ese continente, que ha obligado a las autoridades a imponer nuevas restricciones para tratar de frenar la propagación de la enfermedad. Y es por eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó a “no bajar los brazos en la lucha contra un coronavirus que pone a la economía contra las cuerdas, desata protestas e incluso se politiza”.
¿Cuánto pagaron los municipios por botellón de oxígeno en Bolivia?
Ante la necesidad de la adquisición de oxígeno medicinal en la pandemia, distintos niveles de gobierno no garantizaron el abastecimiento del mismo e incluso hubo algunos que compraron este vital insumo con sobreprecio.
De acuerdo a los datos extraídos del Sistema de Contrataciones Estatales (Sicoes) de marzo a julio, muestran que el Gobierno Autónomo Municipal de Caraparí del departamento de Tarija, es el municipio que más pagó por la compra de un botellón de oxígeno de 6 metros cúbicos, que le costó 6.500 bolivianos; por el contrario, el Gobierno Autónomo Municipal de Ayacucho ubicado en Santa Cruz, pagó por el mismo botellón 1.300 bolivianos.
Otro de los municipios que más pagaron por la compra del botellón de oxígeno de 6 metros cúbicos de capacidad fueron los municipios de Cairoma quien compró el insumo a 4.950 bolivianos la unidad, Luribay a 4.910, Santa Ana a 3.932, Yapacaní a 2.750 y Sipe Sipe a 2.500.
De las 104 compras referidas a oxígeno en el SICOES, entre los meses marzo a julio de 2020, un 69% del monto total adjudicado en todos los contratos beneficiaron a la empresa OMEGATEC representada por Mirones Alvarez Omar Osvaldo, quien se adjudicó solo un contrato de la Agencia de Infraestructura en Salud y Equipamiento Médico (AISEM) del Ministerio de Salud, con financiamiento del Banco Mundial, y solo un 6% corresponde a PRAXAIR BOLIVIA S.R.L., quien se adjudicó 19 de las 104 compras.

La Agencia Estatal de Medicamentos y Tecnología en Salud (Agemed), asegura que en el país solo 11 empresas están autorizadas para el suministro del gas medicinal. En La Paz son dos, Praxair y 3H industriales; en Santa Cruz y Cochabamba están Praxair y Nitrox; en Chuquisaca la empresa Oxipur; en Tarija la Importadora Jasel y Hawa del Sur; en Beni Acme Inversiones; y en Oruro nuevamente Praxair. Sin embargo muchas de las empresas que se adjudican contratos de compra de oxígeno en Bolivia no figuran en dicha nómina.
El temor por lo que viene
Bolivia ocupa el tercer puesto en el ranking mundial de fallecimientos per cápita por COVID-19, con 69,9 muertes por cada 100.000 personas, según la Universidad Johns Hopkins.
Desde el mes de septiembre, de acuerdo a los reportes diarios del Ministerio de Salud, se evidencia un descenso en la cifra de muertes y contagios de coronavirus.
Pareciera que lo peor ya habría pasado, sin embargo todavía sigue en el recuerdo las imágenes de gente que moría en la vía pública o en la puerta de hospitales totalmente desbordados, sin personal de salud que los atienda porque la mayoría también se había contagiado.
Desde semanas antes de las elecciones generales del pasado 18 de octubre la población se relaja y se propone volver a la antigua normalidad, y es que existen todavía personas que creen que con el nuevo partido gobernante el coronavirus dejará de existir.
La ministra de Salud, Eidy Roca, dijo que esperan una segunda ola del nuevo coronavirus, debido a la flexibilización de las restricciones. Sin embargo, estimó que esta no se registraría “antes de tres o cuatro meses”.
Sin embargo el director del Servicio Regional de Salud (Seres) de El Alto, Honorato Calderón, a inicios del mes de octubre aseguró que ya se registraron dos casos de rebrote de coronavirus COVID-19 en la joven ciudad, exhortando a la población a mantener las medidas de bioseguridad.
Y es que de acelerarse la llegada de una segunda ola, encontraría al país —otra vez— sin capacidad para contener el virus y atender a quienes resultaran contagiados, dejando a los enfermos sin derecho a respirar.