Por: Zulema Alanes B. y Arnold Guachalla L.
Corren tiempos de odio en la política boliviana. El odio ha dejado de ser un desafecto íntimo, personal y secreto. Se apropió de la esfera pública. Dirigentes políticos, cívicos y sociales expresan, publican y viralizan discursos de odio –pensamientos, sentimientos o deseos– para descalificar, intimidar, acosar y perseguir a sus “contrarios”.
Los discursos de odio tienen larga data a nivel global. En Bolivia, el estudio que tomó como base los mensajes políticos publicados en redes sociales y medios tradicionales, evidencia que se impone una lógica enemigo-enemigo amenazante y subida de tono que repercute en las reglas de la democracia.
Los dichos y escritos de más de 20 dirigentes políticos, cívicos y de organizaciones sociales, hombres y mujeres, fueron puestos bajo la lupa y se constató que los discursos de odio forman parte de sus estrategias para ganar notoriedad, aventajar a sus contendientes e incidir en la esfera pública.
A ello un plus: bajo las condiciones de la pandemia, las redes sociales se saturaron de mensajes orientados a promover la polarización y enarbolar discursos de confrontación.
Eludiendo los límites jurídicos de la libertad de expresión, todos y todas desplegaron una beligerancia discursiva con nombre propio. El estudio muestra que Jorge “Tuto” Quiroga fue quien más atacó a Evo Morales, quien a su vez se concentró en descalificar a Jeanine Añez.
Luis Arce camufló a conveniencia su discurso, pero no dejó de repetir las arengas de Morales. Asimismo, Carlos Mesa arremetió contra Añez, quien fue la más beligerante contra al MAS. Luis Fernando Camacho optó por la hostilidad como estrategia electoral.
En una segunda línea de notoriedad se ubicaron Eva Copa, Arturo Murillo, Fernando López y Andrónico Rodríguez que hicieron eco de las lógicas discursivas de sus jefaturas y, en solitario, Felipe Quispe, el Mallku, reinstaló sus prédicas indianistas para descalificar a sus contrarios.
A través de las redes sociales, el Twitter como punta de lanza, pero también de los medios tradicionales, las dirigencias políticas, cívicas y sociales abandonaron el debate ideológico y programático. Estos convirtieron el ámbito de la política en un verdadero campo de batalla en el que dispararon adjetivos cargados de discriminación, intolerancia y trato hostil.
Pititas, masistas, corruptos, derechistas, prorroguistas, autoritarios, conspiradores, narcotraficantes, imperialistas, comunistas, neoliberales, chavistas, castristas, golpistas, flojos, terroristas, salvajes, bloqueadores, chantajistas, capitalistas, racistas, vende patrias; pedófilo, prófugo, ladrón, depravado, incapaz, criminal, tirano, ladrón, violador, cobarde, indio, q´ara, delincuente, son algunos de los calificativos que se usan en los discursos analizados. Quienes copan la esfera política han hecho del odio su emblema.
El odio como discurso
Para la elaboración y el análisis de la data, se tomó en cuenta la definición de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que caracteriza el discurso de odio como “cualquier forma de comunicación de palabra, por escrito o a través del comportamiento, que sea un ataque o utilice lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo sobre la base de quiénes son (…)”.
Odiar es un sentimiento, no un delito, pero es un sentimiento de rechazo que puede llegar al exterminio tal como ha quedado demostrado en fatídicos episodios de la historia de la humanidad. Según la psicóloga social, María Lili Maric, justamente por ello “hay que prestar atención a la gestión que los políticos hacen de este sentimiento, porque viene asociado al miedo y, esa combinación puede provocar convulsión social y desenlaces fatales”.
Cuando promueven la violencia y la discriminación, los discursos de odio pueden ser prohibidos y sancionados, explicó el jurista Ramiro Orías y también dejó en claro que, por las regulaciones que protegen la libertad de expresión, no se los puede someter a censura previa, ni restringir por medios directos o indirectos.
Se difunden al amparo de las libertades fundamentales individuales protegidas por tratados internacionales y por la misma Constitución Política del Estado (CPE) que reconoce el derecho a “expresar y difundir libremente pensamientos u opiniones por cualquier medio de comunicación, de forma oral, escrita o visual, individual o colectiva” (Art. 21.5), pero una de las excepciones específicas de la Convención Americana de Derechos Humanos establece que si los discursos de odio propagan la violencia, la guerra, la hostilidad y la discriminación pueden ser prohibidos y castigados.
Las pistas de la confrontación
La investigación analizó los discursos de odio en la política boliviana a partir de declaraciones, comunicados y publicaciones, en su mayoría en redes sociales, de políticos, cívicos y dirigentes de organizaciones sociales entre el 1 de diciembre de 2019 y el 18 de mayo de 2021. Un total de 1.388 mensajes pasaron por el filtro del análisis en los siguientes espacios:

El Twitter es la red social desde donde las y los actores políticos proyectaron mayoritariamente su protagonismo. No parece casual que así fuera, el investigador mexicano, César Cansino, en su texto “Del Homo Videns al Homo Twitter: democracia y redes sociales” asegura que el Twitter “es una arena de conflicto, un espacio público – político donde se definen y llenan de contenido muchos de los valores que han de articular al todo social”.
Y puntualiza que “El Homo Twitter (nativo de Twitter) lo sabe o al menos lo intuye, de ahí su empeño en no claudicar, en disputarle la voz a los cretinos. Sin conflicto, sin confrontación, sin debate, simplemente no hay Homo Twitter”.
Como se dijo anteriormente, se hizo el seguimiento a más de 20 personajes públicos, pero el análisis se concentró principalmente en seis políticos que concentraron el 73% de los mensajes estudiados.

Así, de un total de 1.388 analizados, 316 corresponden a Jorge “Tuto” Quiroga, 172 Carlos Mesa, 158 Evo Morales, 140 Luis Arce, 120 Jeanine Añez y 106 Luis Fernando Camacho. La opinión de seis especialistas en psicología social, lingüística, filosofía y derecho, orientó el análisis de la información.

Entre diciembre de 2019 y mayo de 2021, periodo de análisis del estudio, Bolivia vivió distintos conflictos políticos y sociales que desencadenaron confrontaciones, violentas protestas e incluso muertes, todo en medio de un ambiente de polarización impulsado por dos bandos que acrecentaron sus niveles de beligerancia so pretexto de reivindicaciones y “actos de justicia”.
Según la Fundación Unir, entre diciembre de 2019 y abril de 2021 se registraron 1.257 conflictos en el país. Los niveles de violencia, racismo, discriminación, intolerancia también quedaron registrados en los medios de comunicación.
En el fragor de este “campo de batalla”, distintos protagonistas saltaron a la palestra mediática y de las redes sociales. Personajes políticos del oficialismo y oposición, cívicos, además de dirigentes de organizaciones sociales afines al MAS, tensionaron aún más el ambiente con discursos para descalificar a sus oponentes, muchas veces en tono de amenaza, insulto o discriminación.
La pugna por el poder no cambia a las personas
Parafraseando al expresidente del Uruguay, José Mujica, la psicóloga social María Lili Maric, coincidió que “el poder no cambia a las personas, las muestra tal como son: capaces de activar el odio y el terror como instrumentos al servicio de sus intereses políticos”.
A Maric no le pareció extraño que los sujetos políticos, principales personajes de la esfera política en Bolivia, estén atravesados por las pasiones y sean capaces de enfrentar a sus oponentes con los calificativos más diversos; una especie de desplazamiento que cambia la relación de adversarios a enemigos.
En tanto sujetos políticos, los personajes que destacaron en el estudio por la recurrencia de su impronta discursiva mostraron unas maneras de ver, pensar y medir el mundo atravesadas por sus pasiones, sin capacidad de aceptar a las y los “otros-otras” como actores legítimos en democracia.
Tuto, el que más atacó a Evo
De los 316 mensajes que emitió el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, el 37% (116 mensajes) los usó para atacar y descalificar a Evo Morales, un 25% (79 mensajes) para estrellarse contra el MAS y un 11% (36 mensajes) para refutar la narrativa del golpe de Estado e instalar la idea del fraude electoral y la sucesión constitucional de Jeanine Añez.

Con la frase “No fue golpe fue sucesión constitucional” reafirmó su denuncia de “fraude electoral” y concentró sus arengas discursivas en la figura de Evo Morales y el MAS. En esta nube se observan las ideas que lanzó en sus mensajes.

Quiroga, quien apoyó la ascensión de Añez al poder, también tuvo mensajes de fuerte cuestionamiento al gobierno de transición (7%) por el manejo de la pandemia, la corrupción, la candidatura presidencial de Añez y la crisis económica.
“Tuto” fue quien más atacó a Morales con los apelativos de narcotraficante, ladrón, cobarde, tirano, fascista, entre otros.

El 25% de sus 316 mensajes apuntaron al MAS y a los militantes de este partido, con calificativos subidos de tono.

El mensaje del 24 de octubre de 2020 a través de su cuenta de Twitter, es una evidencia de la virulencia a la que apeló Quiroga para denostar a Morales.
Evo, el que más descalificó al gobierno transitorio
Tras la renuncia y posterior salida del país de Evo Morales, el MAS ingresó en una crisis muy seria y, sin su principal líder, buscó rearticularse desde la Asamblea Legislativa y las organizaciones sociales que aún le eran leales con la narrativa de “golpe de Estado” allanando la victoria de su candidato presidencial, Luis Arce, en las elecciones del 20 de octubre de 2020. Morales, no sólo monitoreó este proceso desde México y Argentina, también definió la línea discursiva del MAS.
Según el estudio, el expresidente dedicó el 62% de 158 mensajes a descalificar al gobierno transitorio de Añez, el más alto porcentaje en comparación a otros personajes que fueron parte del análisis.

Morales también destinó un 15%, 24 mensajes, a reivindicar la lucha del MAS y el 11%, 17 mensajes, a cargar contra distintas instituciones por ser “cómplices del golpe de Estado”. Repitió hasta el cansancio “gobierno de facto”, “golpistas” y “golpe de Estado” y se victimizó denunciando “el golpe al indio”.

Entre sus más controvertidas afirmaciones están la convocatoria a crear milicias armadas, desde su exilio en enero del 2020 y, la más reciente, en mayo de 2021, en la que aseguró que “los cruceños son pandilleros”.
No fue la primera vez que Morales se lanzó contra los cruceños, ya en agosto de 2012 afirmó que en “Santa Cruz solo podemos hambrear por flojos”.
Arce y su camuflado discurso
Luis Arce, exministro de Economía y actual presidente de Bolivia, se camufló en la beligerancia de su mentor Evo Morales. Tras su designación como candidato presidencial del MAS, en enero del 2020, retornó al país en medio de notificaciones judiciales y procesos penales, pero avanzó a la conquista de la silla presidencial sin mirar a los costados.
El análisis muestra que Arce emitió 141 mensajes, de los cuales el 47% (67 mensajes) los dedicó a atacar al gobierno transitorio de Añez, mientras que el 16% los usó para reivindicar al MAS y diferenciarlo de “la derecha y el gobierno golpista”.

“Gobierno sumiso al FMI”, “TSE golpista”, “gobierno de facto corrupto”, “derecha violenta”, son los calificativos que Arce usó en sus mensajes.

Arce fue de menos a más. En campaña electoral caracterizó al gobierno como “transitorio”, pero ya en el gobierno lo tipificó como “de facto”. Camufló su discurso de descalificación y lo cambió gradualmente, por lo que en realidad el 63% de sus mensajes los ocupó para atacar a la gestión de Añez, un porcentaje mucho mayor que Evo Morales.

El 21 de mayo del 2020, como candidato presidencial, Arce afirmó que Añez era “presidenta transitoria y constitucional”.
Sin embargo, más de 10 meses después y con Añez tras las rejas, dijo que “cometió un error” porque “no era abogado o constitucionalista” y alineó a la narrativa del golpe de Estado.
Arce no fue el único que cambió el discurso de acuerdo a las circunstancias, también lo hizo la expresidenta del Senado y exmilitante del MAS, Eva Copa, tras desmarcarse del MAS y lanzar su candidatura a la alcaldía de El Alto durante las Elecciones Subnacionales de 2021.
Copa, para muchos quien evitó que el MAS termine de hundirse tras los conflictos de noviembre de 2019, dejó atrás los elogios a Morales y los convirtió en duros cuestionamientos contra quien la calificó como “traidora”.

Mesa, el más duro de los opositores contra Añez
El expresidente Carlos Mesa equilibró sus ataques contra el MAS y el gobierno de Añez, tratando siempre de medir sus expresiones. Sin embargo, también coadyuvó a nutrir el discurso polarizador de golpe de Estado – fraude electoral y mantuvo una “sana distancia” ante los problemas.
Según el estudio, de los 172 mensajes que emitió, el 37% (63 mensajes) los dedicó a descalificar al MAS y a sus militantes, mientras que el 31% (54 mensajes) fue contra el gobierno transitorio.

No dejó de afirmar que Morales renunció a la presidencia y huyó del país ante el fraude electoral del 20 de octubre de 2019 y cuestionó las acciones del MAS y sus organizaciones durante los bloqueos por el cambio de fecha de las Elecciones Generales 2020 que dejaron sin oxígeno a los hospitales.

Cabe señalar que, si bien Mesa mantuvo neutralidad respecto al gobierno transitorio, los cuestionamientos contra Añez comenzaron tras que esta lanzó su candidatura presidencial.
Elevó el tono de sus críticas a la expresidenta y su gobierno por la gestión de la pandemia y las denuncias de corrupción en la compra de respiradores. De 54 mensajes contra el gobierno transitorio, 25 reclaman por la falta de condiciones sanitarias y la corrupción en plena crisis por el COVID-19.
Mesa también atacó a Evo Morales por el fraude electoral de 2019: “Evo Morales debe ser juzgado y condenado por el delito de fraude electoral. Soy el único candidato que ha presentado un juicio en su contra”, manifestó el 28 de septiembre de 2020.
Añez, la más beligerante contra el MAS
La expresidenta Jeanine Añez fue la más beligerante contra el MAS. De los 124 mensajes que emitió, 46% (56 mensajes) los dedicó a descalificar y atacar al masismo.

Terroristas, salvajes, corruptos y abusivos fueron los apelativos más repetidos por Añez para catalogar a los militantes del MAS.

Muchos de estos términos fueron lanzados durante el bloqueo comandado por las organizaciones sociales afines al MAS, en agosto de 2020, protestas que derivaron en el desabastecimiento de oxígeno medicinal y la muerte de pacientes COVID-19.
Añez subió el tono y diversificó sus ataques durante su campaña electoral. Arremetió contra Mesa, lo catalogó como cobarde y lo acusó de no asumir una posición clara contra los sistemáticos “intentos de desestabilización” de la democracia, pero también apuntó al MAS como expresión de “el odio, la violencia y la dictadura”. Sus ataques bajaron de tono cuando declinó su candidatura. Al dejar la presidencia, los mensajes de Añez apuntaron a Luis Arce.
Camacho, no dejó librado a nadie
Tras liderar los 21 días de paro en Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, cobró notoriedad y se catapultó como candidato. En su pugna por la silla presidencial, el excívico cruceño desató una batería de adjetivos contra el MAS, pero también contra Añez, a quien apoyó para su ascensión al poder, y en mucho menor medida contra Mesa, su más fuerte rival electoral.
Según el estudio, de 106 mensajes que emitió Camacho, el 48% arremetió contra el MAS y sus militantes y dedicó una buena cantidad de mensajes (24%) a Morales casi el doble de los que dirigió hacia Añez (13%). A Carlos Mesa también lo atacó, pero en contadas ocasiones.

“Masistas ladrones”, “masistas delincuentes”, “masistas criminales” fueron, entre otros, los términos que usó Camacho para referirse al MAS y a sus militantes, mientras que a Evo Morales lo caracterizó como dictador, pedófilo, ladrón, traidor, entre otros.
No descalificó a Añez, pero la criticó duramente por la corrupción y por habilitarse como candidata. A Mesa lo caracterizó como un político pusilánime, sin capacidad para encabezar las luchas ciudadanas.

Los bloqueos comandados por el MAS exigiendo el adelanto de las Elecciones Generales provocaron que la beligerancia discursiva se torne en amenaza de confrontar a quienes asediaban en las carreteras.
“Desmontaremos los bloqueos que afectan a Santa Cruz. Lo haremos de forma pacífica pero valiente, hago un llamado a la policía y fuerzas armadas, a ponerse del lado de su gente. Defendamos la Patria, no podemos permitir que nos roben la libertad y la vida”, tuiteó Camacho el 9 de agosto de 2020.
Cuatro días después, Calvo se hizo eco de ese llamado: “Lo que la Asamblea de la Cruceñidad dijo, ´vamos a desbloquear Santa Cruz sí o sí´ para que nunca más esta horda minoritaria de personas que están en contra de la vida, en contra de la familia, en contra del crecimiento, vuelvan a intentar bloquear”.
Desde la psicología social, Maria Lili Maric, considera que no hay ninguna racionalidad en esas narrativas discursivas, simplemente emociones y el placer de destruir al otro.
En esa línea, para la lingüista, Patricia Alandia, las tensiones se canalizan en palabras y se cargan de significado a partir del desprecio, la rabia, el odio, la culpa u otros sentimientos que dependen de las relaciones sociales y del lugar desde donde se enuncian.
En su opinión, esas maneras de nombrar a los adversarios forman parte de estrategias que siempre han estado presentes en el discurso político, aunque admitió que en los últimos años se han tornado mucho más violentas.
Los resultados: narrativas de la confrontación
Por razones metodológicas, la investigación agrupó las emisiones discursivas en función de las narrativas de confrontación que se manifestaron en la dicotomía ¿Golpe o fraude?, durante las elecciones generales y subnacionales, además de los temas: pandemia y corrupción.
Para el filósofo y economista, Luis Claros, los posicionamientos discursivos en estos temas u otros de la realidad nacional no necesariamente corresponden a la tipificación de discursos de odio, sino a posicionamientos antagónicos que forman parte de las estructuras discursivas típicas de la política en Bolivia desde hace mucho tiempo y, por tanto, no se los debe entender en sí mismos como negativos.
En cambio, Alex Bernabé, activista de la Fundación Igualdad LGTB, retomó lo dicho en su investigación sobre los discursos de odio en las Elecciones Nacionales 2020 y planteó que para poder dimensionar y contextualizar este tipo de discursos es necesario entender primero por qué y a quiénes aprendemos a odiar, además de que se suele inventar enemigos como una práctica funcional a determinados intereses políticos.
¿Golpe o fraude?: el debate polarizador
En este tema se analizaron un total de 871 mensajes emitidos en distintos espacios o plataformas digitales.
Del total de mensajes, el 23% (194) fue utilizado para atacar y descalificar al Movimiento Al Socialismo (MAS), actual partido de Gobierno y oposición durante el gobierno de transición, mientras que un 19% (164) “apuntó sus dardos” al expresidente Evo Morales. El 14% (116) de los mensajes atacó al gobierno transitorio de Jeanine Añez.

Como se observa, el mayor porcentaje (23%) de los mensajes (66) en este tema fueron en contra del MAS con una variedad de calificativos que lo vinculan al fraude.

El segundo mayor porcentaje (19%) fueron los mensajes contra el expresidente Evo Morales (164), al que le atribuyen no sólo la autoría del fraude sino también acciones de sedición y terrorismo.

El gobierno de la expresidenta Jeanine Añez tiene el tercer mayor porcentaje de ataques (14%) con 116 mensajes en torno a su legitimidad como gobierno constitucional, sus acciones durante la pandemia y el cambio de fecha de las Elecciones Generales 2020, pero fundamentalmente para asentar la narrativa del golpe de Estado.

Durante el periodo de la investigación, los debates polarizadores se centraron en torno al Golpe de Estado – Fraude Electoral / Golpe de Estado– Sucesión Constitucional.
De 870 mensajes, 107 se centran en el dicotomía golpe-fraude y, de éstos, 42 (39%) sustentan que la salida de Evo Morales de la presidencia se debió a un golpe de Estado, mientras que 65 mensajes (61%) aseguran que Morales abandonó el poder en noviembre de 2019 por un fraude electoral (29%) y que, por tanto, el mandato de Jeanine Añez fue por sucesión constitucional (32%).

En la disputa por irradiar el relato del golpe o del fraude, se manifiestan abiertamente calificativos racistas y discriminatorios, aunque solo en el 3% del total de mensajes (870) analizados.

Los contenidos discursivos del MAS se esforzaron principalmente en retrotraer las taras de los gobiernos neoliberales para atribuirlas al gobierno transitorio de Añez.


En la polarización Golpe – Fraude, el MAS buscó responsables y vio en la Organización de Estados Americanos (OEA), Unión Europea (UE), la Policía, las FFAA e incluso la Iglesia Católica una complicidad “con la derecha” para la salida de Morales de la presidencia y la ascensión de Añez al poder.


Elecciones: ¿solo una batalla electoral?
Se registraron un total de 195 mensajes relativos a la dinámica electoral, pues el debate central está vinculado a la polarización golpe-fraude y hubo muy poco intercambio deliberativo o programático para la captación de las y los electores.
En tiempos de disputa electoral Evo Morales y Jeanine Añez fueron los personajes que más ataques recibieron,12% Y 10%, respectivamente. Un alto porcentaje (38%) estuvo orientado a descalificar al MAS y no faltaron los ataques (10%) al Tribunal Supremo Electoral (TSE).

La sospecha de que el MAS no aceptará los resultados, el peligro de que cometa nuevamente fraude electoral, el temor a enfrentamientos y los riesgos para la vida de las y los bolivianos fueron recurrentes en las emisiones discursivas que descalificaban a esta tienda política.

“Luis Arce anuncia que intentará repetir el fraude, del año pasado, de su jefe Evo; y en un acto inverosímil de gimnasia, se ‘botará a patadas’ a sí mismo, volviendo a escapar a México, como lo hizo 6 de diciembre pasado”, cita un tuit del expresidente Quiroga publicado el 10 de octubre de 2020.
“Lo advertimos, el MAS no reconocerá su derrota, dirá que hubo FRAUDE los delincuentes que trataron de robar elecciones, ahora acusan, no tienen nombre”, manifestó a través de Twitter el exministro de Gobierno, Arturo Murillo, el 20 de septiembre de 2020.
Evo Morales se puso en la mira de sus oponentes cuando postuló su candidatura como senador. Asimismo, fue blanco de ataques impulsados por las propias bases de su partido por elegir “a dedo” las candidaturas para las Elecciones Subnacionales 2021.

“Este es el resultado de la convivencia y los pactos entre la vieja política y el MAS. ¡Dejá de victimizarte (Evo), sos un cobarde! ¡vos sos el campeón del prorroguismo! No nos olvidamos que por aferrarte al poder robaste y asesinaste bolivianos! ¡No vas a volver nunca más!”, cita el tuit que publicó el actual gobernador de Santa Cruz el pasado 20 de julio de 2020.
“Que Evo, el campeón del fraude, el que vulneró la Constitución y desobedeció la voluntad popular el 21F, ahora se presente como candidato a senador, le hace un gran daño al proceso democrático boliviano”, señala otro tuit del exmandatario Mesa publicado el 5 de febrero de 2020.
Los ataques contra Jeanine Añez vinieron de varios flancos y terminó quedándose prácticamente sola con su candidatura presidencial que fue calificada como una traición al movimiento ciudadano que esperaba cambios tras la renuncia de Evo Morales.
“Ella no recibió el mandato de un partido, es la coyuntura y la exigencia histórica que la puso como Presidenta transitoria. Es importante que ella pueda renunciar a la pretensión de ser candidata”, manifestó el exdefensor del Pueblo, Rolando Villena, el 27 de enero de 2020.
«Nunca he visto que un Gobierno de transición se convierta en juez y parte (…) eso ha generado desconfianza. Con un ojo mira la candidatura, con otro mira la presidencia», señaló a través de Twitter el exmandatario Mesa el 18 de agosto de 2020.
Ni hablar del MAS, cuyos dirigentes utilizaron la candidatura de Añez como un argumento para sostener su discurso de golpe de Estado y acusarla de intentar prorrogarse como presidenta ante el cambio de fecha de las Elecciones Generales 2020.
“La autoproclamada Pdta. Áñez dijo a la comunidad internacional que no dio golpe de Estado en #Bolivia, que dirigía un ‘gobierno de transición’; sin embargo su candidatura para las elecciones muestra que su único afán al arrebatar el poder fue rifar nuestros recursos estratégicos”, tuiteó el expresidente Morales a través de su cuenta de Facebook.
En este tema resalta un personaje que también fue incluido en el estudio, aunque solo por algunas expresiones. Se trata del periodista español de OKDiario, Alejandro Entrambasaguas, quien en unas discriminatorias y cuestionables declaraciones cargó contra los electores que apoyaron al MAS en los comicios de octubre de 2020.
Pandemia y corrupción: la debacle del gobierno transitorio
La gestión de la pandemia y la corrupción fueron de la mano, pero quedó claro que ni la salud ni los efectos perniciosos del desfalco a las arcas estatales desatan muchas pasiones en la arena política.
Lo que sí quedó claro es que la crisis sanitaria que vivió Bolivia en el 2020 por el COVID-19 mermó de a poco la fuerza del gobierno transitorio y las denuncias de corrupción por el sonado caso de los respiradores terminaron por asestarle el “golpe de gracia”.
Según el estudio, un total de 322 mensajes, 240 sobre la pandemia y 82 sobre corrupción, abordaron estos temas.
Respecto a la pandemia, el análisis muestra que de los 240 mensajes emitidos, el 38% (91 mensajes) son de ataque y cuestionamiento al gobierno transitorio por el manejo de la crisis sanitaria y las normativas que se dictaron en el intento de frenar el avance de la pandemia.

Los cuestionamientos no solo vinieron del MAS y sus organizaciones afines, sino también de Camacho, Quiroga y Mesa, especialmente desde que Añez anunció su candidatura para las Elecciones Generales 2020.
Términos como “gobierno de facto incapaz”, “gobierno de facto asesino” y “gobierno de facto mata de hambre al pueblo”, resaltan en los mensajes analizados.

El impacto de la pandemia y la mala gestión encarada por el presidente Luis Arce, le valieron también duros ataques (23% de los mensajes) y pasó de ser cuestionador a cuestionado por el manejo de la crisis sanitaria.
Asimismo, el MAS fue otro blanco de descalificaciones por sus acciones durante la cuarentena y por las paupérrimas condiciones en que dejaron la salud en el país.

El MAS fue vinculado a las marchas, mítines, bloqueos y otras protestas que, en la primera ola de la pandemia, mostraron que priorizó la agenda política llegando al punto de poner en riesgo la salud de tus propios militantes y de la población. Fueron acusados de asesinar a la población con sus bloqueos al oxígeno e incluso de llevar a enfermos con COVID-19 a las movilizaciones.
“No es una marcha de la Central Obrera Boliviana (COB) sino llegaron del Chapare para infectar al pueblo alteño y paceño. Están viniendo con carga viral a infectar El Alto e infectar más la hoyada paceña”, manifestó públicamente el 27 de julio de 2020 el exministro de Defensa, Luis Fernando López.
No faltaron mensajes polémicos y plagados de adjetivos y descalificaciones. Se destacó por su beligerancia el líder aymara, Felipe Quispe, el Mallku, quien el 14 de agosto de 2020, en medio de los bloqueos, aseguró que “el Kollasuyo debe liquidar a Bolivia”.
“No, no, no, estás equivocado señor. Pareces Arturo Murillo. Estás equivocado, todo es posible. Una ley mata a otra ley, una hierba liquida a otra hierba, entonces Kollasuyo tiene que liquidar a Bolivia, ¿te das cuenta? Este movimiento es hasta las últimas consecuencias”, dijo el líder indígena.
No fue menos agresivo el presidente Arce, cuando en medio de la campaña gubernamental para apoyar las candidaturas del MAS en las elecciones subnacionales, advirtió que “las vacunas no eran para los oligarcas” dejando sentada su intención de politizar la lucha contra la pandemia.
Los mensajes sobre corrupción sumaron 82, la gran mayoría (61%) con ataques al gobierno de Añez, y 26% cuestionando al MAS.

El sonado caso de los respiradores españoles durante la pandemia, abrió una caja con sospechas infundadas y verdaderas que fueron aprovechadas por el MAS para deslegitimar al gobierno transitorio y atacar la candidatura de Añez a la presidencia del país.
«Lamentablemente, estos más de 30 casos de corrupción están siendo ocultados y protegidos. Creo que, con la población boliviana en su conjunto, es hora de levantar nuestra voz contra la corrupción, inclusive nepotismo. Están destrozando YPFB, han destrozado ENTEL. Están destrozando todas nuestras empresas estratégicas y están robando toda nuestra plata del Estado Plurinacional de Bolivia», declaró el dirigente cocalero y actual senador del MAS, Leonardo Loza, el 19 de mayo de 2020.
“En tan poco tiempo, el descrédito y el desgaste del gobierno es fatal definitivamente, están inmiscuidos en la corrupción de manera desorbitante, no solamente Entel sino como está BoA, entre ellos hubo denuncias de que esta empresa se volvió un botín político”, expresó el dirigente cocalero y actual presidende del Senado, Andrónico Rodríguez, el 15 de febrero de 2020.
Camacho, Mesa, Quiroga, entre otros, también observaron las denuncias de corrupción y lo expresaron con mensajes directos contra el gobierno de Añez.
Estaba claro que las lógicas discursivas del MAS en el tema de corrupción estaban orientadas a “borrar” los casos acumulados en 14 años de gobierno a la cabeza de Evo Morales.

Discurso de odio: ¿Estrategia planificada o dichos al calor del momento?
En opinión de Patricia Alandia, está claro que los “enconos políticos” se tornan virulentos en el plano de los ataques personales, pero cuando se profundiza en el análisis de contenido de los discursos sobre temas específicos se advierte que están vaciados de contenido.
Sin embargo, ello no quiere decir que las lógicas discursivas no sean parte de una estrategia destinada a “inventar un enemigo”, deslegitimarlo y erigirse como las únicas posibilidades de futuro. En su opinión, el MAS lleva años poniendo en práctica esos mecanismos.
Luis Claros en cambio, considera que no se puede perder de vista que las formas mismas de expresión y difusión están cambiando como consecuencia del funcionamiento de las redes sociales que también afectan los contenidos de los mensajes, sean los que fueran.
En su criterio, la tecnología direcciona y crea condiciones para que se produzcan ciertos contenidos, incluidos los discursos de odio, por tanto, esta nueva forma de circulación y consumo de los mensajes es una novedad histórica que se impone con tanto vigor que su impacto es inocultable.
Sin desconocer las nuevas dinámicas impuestas por las redes sociales, Alex Bernabé, apuntó que las y los políticos no improvisan, emiten discursos de odio “con premeditación y alevosía”.
Destacó que la investigación que realizó la Fundación Libertad LBGT evidenció que los discursos de odio forman parte de una estrategia orientada a afirmar los estereotipos que discriminan por razón de clase, sexo, religión, diversidad sexual, son parte de acuerdos políticos sustentados en el racismo y la discriminación que pretenden imponer retrocesos en la conquista de los derechos humanos de determinadas poblaciones.
Y en criterio de Ramiro Orías, no se puede pasar por alto la proliferación de discursos de odio como parte de la dinámica política no sólo en Bolivia sino a nivel global, porque vulneran derechos, afectan la convivencia democrática y amenazan con instalar la violencia en las dinámicas sociales y la vida cotidiana.
Y a la luz de los resultados de la investigación, surge la pregunta ¿por qué tantos políticos apelan a los discursos de odio? No hay respuestas concluyentes, pero sin duda caen en la tentación de activar el odio ante su pérdida de influencia y su incapacidad de configurar identidades sólidas en base a horizontes ideológicos y propuestas programáticas.
